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Cuatro magnicidios que cambiaron la historia

Se conoce como magnicidio al asesinato de una persona importante en política por su cargo o poder. La historia ha demostrado que estos asesinatos de figuras públicas han generado controversia y en varias ocasiones derivaron en épocas complicadas para el mundo. Muchos de los sistemas actuales existen debido a las consecuencias que trajeron la muerte de estos personajes. Desde Abraham Lincoln, el archiduque Franz Ferdinand, la familia Romanov hasta el asesinato de JFK, conoce sobre cuatro magnicidios que cambiaron la historia.


Origen y significado de ‘magnicidio’


La etimología de la palabra es confusa. Su significado tiende a centrarse en exclusiva para las personas dedicadas a la política, mientras que otros solo lo enfocan a jefes de Estado. Pero, según la RAE, el significado exacto de magnicidio es una “muerte violenta dada a persona muy importante por su cargo o poder”.


De allí que puede entender el asesinato de candidatos como magnicidio, de herederos al trono, o incluso de líderes muy reconocidos, desde religiosos, criminales, hasta artistas o intelectuales.


Por lo general, el magnicida, es decir, el ejecutor del asesinato tiene una motivación ideológica o política, especifica y no actúa ni por impulso ni por psicosis. En su mayoría, la intención es la de eliminar a un adversario, y que terminan por provocar una crisis política en la región en la que se llevo a cabo al hecho.

Ahora bien, el término se ha utilizado para nombrar los asesinatos de renombrados dirigentes políticos, a lo largo de la historia se han repetido cuatro momentos que fueron decisivos para cambiar el curso del mundo y modificar los sistemas políticos para adaptarlos a las circunstancias vividas.


Cuatro magnicidios que cambiaron la historia


Abraham Lincoln


Estados Unidos no ha tenido una buena historia con el final de sus presidentes. Muchos han muerto en el cargo y su presidente 16.º es uno de los mayores ejemplos. Abraham Lincoln es una de las personas más icónicas de la historia, y si bien su vida es digna de admirar, por el modo en que progresó, habiéndose superado después no tener nada, su muerte, más que trágica resulta lamentable. Es recordado por ser uno de los políticos que mayores fracasos tuvo. Hasta que al final de su carrera, pudo ser electo como presidente del país, generando una serie de políticas que le permitieron a la nación americana progresar. Sin embargo, el asesinato de Lincoln sigue siendo objeto de controversia.

El atentado contra su vida tuvo lugar el 14 de abril de 1865 alrededor de las 22:25 en Washington D.C., mientras veía una obra junto a su esposa en el Teatro Ford, justo cuando la Guerra civil llegaba a su fin. Si bien sobrevivió inicialmente al disparo, las heridas fueron de tal gravedad que falleció al día siguiente a las 7:22. El hecho ocurrió cinco días después de que el comandante general Robert E. Lee, rindiera sus tropas al general Ulysses S. Grant, lo que significaba la rendición del Ejército Confederado al Ejército de la Unión. De allí que el atentado fuese planificado con la idea de derrocar al gobierno de la Unión.

De esta manera John Wilkes Booth, simpatizante de la causa confederada, planificó y ejecutó el atentado como parte de una conspiración mayor destinada a reunir las tropas confederadas para que siguieran luchando. Para esto, Booth reclutó a varios cómplices, quienes tenían encargado el asesinato del secretario de Estado William H. Seward y del vicepresidente Andrew Johnson. Para acabar con la línea de sucesión y crear el caos.


Si bien el asesinato de Lincoln fue exitoso, el complot fracasó: el secretario de Estado Seward, apenas fue herido, y el encargado de asesinar al vice, entró en pánico y huyó sin intentar atacarlo. Pero Booth, llevo a cabo su idea en horas de la noche, cuando Abraham Lincoln asistía a la representación de la pieza “Our American Cousin” de Tom Taylor, en el teatro Ford de Washington D. C., en compañía de su esposa y de dos invitados.

Entre las irregularidades de la noche se sabe que cuando Lincoln salía de la Casa Blanca, el guardaespaldas del presidente William Crook le dice: “Buenas noches, señor Presidente”. Y Lincoln le responde: “Adiós, Crook”. Siendo esta la primera vez que Lincoln le dijo “adiós”, pues siempre le decía “Buenas noches”. Mucho se ha especulado al respecto, pues hay quienes señalan que Lincoln sabia que iba a morir, ya que noches antes, según su esposa había soñado su funeral.


Una vez que llegaron al palco presidencial ambos esposos, el espectáculo se interrumpió brevemente para marcar su llegada con aplausos. Mientras que minutos después, Booth llegaría al teatro, pues entero por la prensa de la asistencia del mandatario, y que por ser actor conocía todos los espacios del teatro, y al llegar, sube y accede a la antecámara del palco presidencial a esperar el momento justo.


Booth que conocía la obra, espero hasta el tercer acto, cuando se generaba el asombro del público para que ese ruido encubriera el sonido de la detonación. Llegado el momento, Lincoln se inclinó hacia delante y miró hacia abajo a la audiencia pues pareció reconocer a alguien, a lo que Booth se precipitó y disparó su pistola a la cabeza del presidente. El implicado se dio a la fuga, junto a sus cómplices quienes luego fueron capturados y condenados a pena de muerte.


Abraham Lincoln fue el primer presidente estadounidense en ser asesinado, considerado después de muerto mártir y héroe de Estados Unidos, comparado con George Washington. Su asesinato tuvo gran impacto en el país y fue llorado por muchos. En ciudades que expresaron apoyo a Booth hubo ataques por parte del pueblo. A la procesión fúnebre asistieron millones de personas. Sus restos fueron transportados en tren por el país hasta que se detuvo en su natal, Springfield, Illinois. En las semanas siguientes, los ejércitos confederados se fueron rindiendo, mientras que la desestabilización del gobierno fracasó y demostró la estabilidad de las instituciones americanas, incluso en medio de una crisis.


Archiduque Francisco Fernando


Francisco Fernando, archiduque de Austria-Este, fue el príncipe imperial de Austria, príncipe real de Hungría y Bohemia y, desde 1896 hasta su muerte, el heredero al trono austrohúngaro. Su asesinato en Sarajevo precipitó la declaración de guerra de Austria contra Serbia lo cual desencadenó la Primera Guerra Mundial.


El atentado de Sarajevo es el término con el que se conoce a una serie de ataques que incluyeron el asesinato, el 28 de junio de 1914, del heredero de la corona el archiduque Francisco Fernando y de su esposa, la duquesa Sofía Chotek, en Sarajevo, capital de la provincia de Bosnia y Herzegovina.


El atentado fue consecuencia de una conspiración cuyos alcances no han podido ser suficientemente esclarecidos y perpetrado por un grupo de jóvenes bosnios pertenecientes a la organización Joven Bosnia, que buscaba el fin del dominio austrohúngaro en Bosnia y Herzegovina, integrada por estudiantes bosnio-serbios, bosnio-musulmanes y bosnio-croatas, que tenía como ideal la integración de Bosnia en una entidad nacional yugoslava o pan-serbia, entre quienes se encontraba Gavrilo Princip que con 19 años fue el autor material del asesinato.


Al mando de los conspiradores militares estaban Dragutin Dimitrijević, jefe del espionaje serbio; su mano derecha, el mayor Vojislav Tankosić y el espía Rade Malobabić. Tankosić armó y entrenó a los ejecutores del atentado y Malobabić les dio acceso a las rutas clandestinas utilizadas por los agentes serbios para infiltrar espías y armamento en Austria-Hungría.


Todos los involucrados en el atentado que aún estaban vivos fueron apresados, juzgados, condenados y castigados y gran parte de lo que se conoce sobre los asesinatos del archiduque y su esposa tuvo origen en la información obtenida en esos juicios.

Las responsabilidades del atentado es un tema controvertido, existiendo pruebas que indican una sucesión de inexplicables casualidades y graves negligencias de seguridad por parte de las autoridades austrohúngaras, así como indicios no probados sobre una eventual participación de las autoridades serbias. Aun cuando la responsabilidad del gobierno de Serbia no pudo ser probada, el Imperio austrohúngaro lo hizo responsable del atentado y le declaró la guerra, desencadenando una sucesión de respuestas militares cada vez más amplias que terminaron conformando la Primera Guerra Mundial.


Los autores del atentado han sido ensalzados como «héroes» o «patriotas», o denigrados como «terroristas» o «fanáticos», según la mirada de los observadores o gobiernos. En 2014, la comunidad serbia inauguró en Sarajevo un monumento en memoria de Gavrilo Princip, autor principal del atentado.


El asesinato se ejecutó el 28 de junio de 1914 a eso de las 11 de la mañana, cuando Francisco Fernando estaba en una visita oficial en Bosnia. Era llevado en un automóvil para conocer la ciudad de Sarajevo. Hubo muchos intentos fallidos de dispararle por diferentes motivos. Inesperadamente, una bomba es arrojada por uno de los integrantes del grupo de la Joven Bosnia, quien se toma una píldora con cianuro y se tira al río. Fernando, al ver la bomba, la arroja inmediatamente hacia atrás y al explotar causa heridos.


Precipitadamente, lo llevan al ayuntamiento de la ciudad. Suspende las reuniones oficiales y exige ser llevado al hospital donde se encontraban los heridos. Después de muchas maniobras, el chófer que conducía el automóvil se pierde. Casualmente, uno de los integrantes del grupo de la Joven Bosnia llamado Gavrilo Princip, que estaba en un café, lo ve; el automóvil al estar perdido retrocede y Princip que se encontraba a escasos metros de Francisco Fernando, saca su arma y le dispara dos veces. Una bala hiere directamente a Francisco Fernando y la otra rebota hiriendo a Sofía, su esposa, la cual estaba embarazada. Ambos mueren después de unos 20 minutos.


Es muy poco conocida su costumbre de llevar la ropa siempre impecablemente planchada y abotonada; hasta tal punto llevó este gusto por la pulcritud que se hacía coser la ropa durante los desfiles o paradas militares, para evitar que las solapas se abrieran con el viento. El día del atentado, el hecho de llevar la casaca cosida impidió que se le pudiese socorrer a tiempo, tapándole la herida de bala o deteniendo el flujo de sangre con un simple pañuelo, lo que originó una hemorragia abundante y la consiguiente muerte.


Inmediatamente encuentran a Princip y lo arrestan, al igual que a su compañero, ya que las ampollas de supuesto cianuro que les habrían entregado podrían no contenerlo o haberse estropeado. Francisco Fernando fue enterrado con su esposa Sofía en el panteón de familia del Palacio de Artstetten, en la Baja Austria. Princip, murió en la cárcel en 1918 a los 23 años de edad a causa de tuberculosis. Al jefe de su organización se le condenó a la pena de muerte, pero no a Princip por ser menor de edad.


Zar Nicolas II


Nikolái Aleksándrovich Románov,​ fue el último Emperador de Rusia, gobernando desde la muerte de su padre Alejandro III en 1894 hasta su abdicación en 1917 como resultado de la Revolución Rusa. Durante su reinado el Imperio Ruso sufrió un declive económico y militar ajenos a su conocimiento, lo que, aunado a su esoterismo, llevó al colapso del régimen imperial. Nicolás II, junto a su esposa, su hijo, sus cuatro hijas, el médico de la familia, un criado, la camarera de la emperatriz y el cocinero de la familia fueron ejecutados en el sótano de una casa por los bolcheviques en la madrugada del 16 al 17 de julio de 1918.


Todo comenzó después del asesinato de Rasputín, pues el gobierno monárquico empezó a desintegrarse con abismal rapidez. Las sucesivas derrotas en la Primera Guerra Mundial fueron una de las causas de la Revolución de Febrero. A partir de enero de 1917 la situación interna, empeorada por el curso desfavorable de la guerra con Alemania y las instigaciones revolucionarias, sumadas a las intervenciones políticas de la emperatriz, hicieron que se cediera a la presión de los revolucionarios y se formara un Gobierno provisional, liderado por Kérenski, un revolucionario de estilo moderado.


La decisión de formar el gobierno provisional tuvo aceptación en todos los estamentos sociales y militares, incluido el Estado Mayor de Nicolás II, quien se vio encajonado con la grave situación política que se imponía. Al principio, se redactó la abdicación en favor de su hijo Alexis; pero dada su condición de salud e inmadurez se cambió de parecer. Nicolás II, incapaz de controlar la situación, abdicó sus derechos y los de su hijo el 2 de marzo de 1917 en favor de su hermano menor, Miguel, quien no aceptó de inmediato pues debía esperar a ser ratificado por una asamblea electa, lo cual nunca ocurrió, dando fin a la dinastía Románov quien fue exterminada, dando inicio a la era de los Sóviets.


El asesinato de la familia imperial Románov y todos aquellos que decidieron acompañarlos a la cárcel fue un acontecimiento que tuvo lugar en Ekaterimburgo la noche del 16 al 17 de julio de 1918.​ La familia fue asesinada a tiros, bayoneteados y apaleados​ por bolcheviques. Sus cuerpos fueron llevados luego al bosque, donde fueron desnudados y mutilados. Y dado que inicialmente serian arrojados a un pozo de extracción, los cuerpos no fueron hallados, sino años después, pues serian desechados en tumbas sin marcar en un campo baldío.


Esto ocurrió después de la Revolución de Febrero de 1917, cuando la familia Romanov y sus leales sirvientes fueron encarcelados en el Palacio de Alejandro antes de ser trasladados a Tobolsk y luego a Ekaterimburgo, donde fueron asesinados, supuestamente por orden expresa de Vladímir Lenin. A pesar de haber sido informado de que «toda la familia sufrió el mismo destino que su cabeza», los bolcheviques solo anunciaron la muerte de Nicolás, con el comunicado de prensa oficial de que «la esposa y el hijo de Nicolás Romanov han sido enviados a un lugar seguro».


Durante más de ocho años,​ los líderes soviéticos mantuvieron una red sistemática de desinformación sobre el destino de la familia, desde afirmar en septiembre de 1919 que fueron asesinados por revolucionarios de izquierda hasta negar rotundamente en abril de 1922 que estaban muertos.​ Reconocieron los asesinatos en 1926 tras la publicación de una investigación realizada por un emigrado blanco, pero sostuvieron que los cuerpos fueron destruidos y que el Gabinete de Lenin no era responsable. El encubrimiento soviético de los asesinatos alimentó los rumores de supervivientes, lo que llevó a la aparición de impostores Romanov que atrajeron la atención de los medios de la Rusia soviética. Iósif Stalin suprimió la discusión sobre el destino de la familia a partir de 1938.


El sitio del entierro fue descubierto en 1979 por un detective, pero la existencia de los restos no se hizo pública hasta 1989.​ La identidad de los restos fue confirmada por la investigación forense y fueron reubicados en la Catedral de San Pedro y San Pablo en San Petersburgo en 1998, 80 años después de su muerte. Algunos historiadores atribuyen la orden al gobierno de Moscú, específicamente a Lenin, quien deseaba impedir el rescate de la familia imperial por la Legión Checoslovaca que se aproximaba durante la Guerra Civil Rusa.​ Esto es apoyado por un pasaje en el diario de Lev Trotski.


John F. Kennedy


Otro de los presidentes estadounidenses asesinados que mayor controversia causó fue el joven John F. Kennedy. Siendo el trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos, el cuarto en ser asesinado y el octavo que murió en ejercicio de sus funciones. Hay muchas teorías entre él y Lincoln, pues las políticas sociales que impulsaron resultaron relevantes para cambiar el curso de la nación, a la vez que ambos murieron en condiciones bastante irregulares.


Su asesinato tuvo lugar el viernes 22 de noviembre de 1963, en Dallas, Texas a las 12:30 m, mientras circulaba en el coche presidencial en la Plaza Dealey, la ser herido por múltiples disparos. Según tres investigaciones oficiales concluyeron que Lee Harvey Oswald fue el asesino, quien era un exmarine liberado honorablemente del servicio activo que desertó a la URSS en 1959 y regresó a EE. UU. en 1962 con su esposa rusa, estableciendo en Dallas.


En septiembre de 1964, la Comisión Warren concluyó que Oswald actuó solo cuando asesinó a Kennedy disparando tres tiros desde el depósito de libros escolares de Texas. Esta conclusión, fue apoyada por el FBI, el Servicio Secreto y el Departamento de Policía de Dallas. A pesar de la evidencia forense, balística y de testigos presenciales que respaldan los hallazgos oficiales, las encuestas de opinión pública han demostrado que la mayoría no creen en la versión oficial de los hechos.


En 1979, el Comité Selecto de la Cámara sobre Asesinatos concluyó que, si bien Oswald fue el autor de los disparos, el asesinato de Kennedy podría tratarse de una conspiración, aunque no fue capaz de identificar individuos u organizaciones que pudiesen estar involucradas. Sin embargo, tiempo después, James Files confesó haber sido el asesino del presidente en su libro y es el único autor confeso del crimen, ya que Oswald negó, hasta su muerte, haberlo hecho.




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